Y ahora puedo.
Y me encanta que se me hayan caído las casillas, esas casillas cuadradas que me decían qué hombre me iba a gustar a mí, cómo tenía que ser, qué música tenía que escuchar, cómo era físicamente.
El hombre del cual estoy enamorada nada tiene de ese hombre encasillado en el que siempre me fijé.
Y eso me enorgullese, de haber llegado hasta acá, hasta este punto en el que puedo mirar con otros ojos a alguien que quizás en otro momento no lo hubiese visto. De poder sentir amor hacia alguien que físicamente no me atrae, que no se parece ni a mi ni a los hombres con los que estuve, que me gusta como es por dentro, la actitud que tiene, cómo se enfrenta a las situaciones, cómo habla y cómo ríe...
Parece que a él todavía el bicho no le picó, por suerte estamos en contacto y tengo posibilidades, y quizás me lleve un tiempo engancharlo, pero vale a pena, siento que lo merezco y nos lo merecemos ambos.
Somos semillas.