Me junto con amigas una tarde, a almorzar, esperando la comida hablamos y no hablamos, esperamos y se nos olvida el hambre, ella colgada cocinando, colgada por haberse fumado algo.
A mi me cuesta acercarme, me cuesta unirme, me cuesta ingresar.
Somos diferentes, cada una es un dosha diferente, antes no lo había visto, no éramos tan distintas, pero ahora ya lo dijimos muchas veces, ya lo pude ver.
Cuando la sustancia penetra en el cuerpo de alguien en ese alguien cambia la percepción del tiempo, cambian los colores, cambia el punto de observación, cambian las observaciones, se dice que se cuelgan, flashean. Yo no.
Estoy en otro lado, el de siempre y a veces voy en paralelo con el otro mundo, con la otra visión y muchas veces no. No estamos en la misma sintonía, vibramos distinto.
Desde afuera quizás se ve que no me integro, que no disfruto, que no soy feliz.
Desde mi lado digo: no me interesa hacer lo mismo, no me interesa ver las cosas diferentes ni que se me pasen más lento, a veces veo las cosas desde otro lado sin agregados, siento que no me hace efecto, siento que no lo necesito.
Y desde mi perspectiva me siento en una posición más madura a veces, más seria si se quiere, las veo tan niñas cuando rondan, que está bueno ser niña de vez en cuando, está bueno acordarse de jugar y disfrutar eso que no sabemos si alguna vez más vamos a poder darnos el lujo de hacer.
Pero hoy no lo entiendo, hoy quiero otra cosa, quisiera tener lo que no tengo aún.
Quisiera tener lo que ellas tienen, pero están ahi sin avanzar demasiado, por temor, quizás a pasar a otra etapa.
Y yo quisiera estar ahi en esa etapa a punto de pasar a la siguiente.
Al final siempre queremos lo que no tenemos.
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